Por Angel Herdz
Las personas compran autos, casas, botes, se van de viaje, comen en restaurantes, y se alimentan con lo que compran. La mayoría de las cosas, que son cosas, se compran, porque se venden, aún así, hay cosas que no son cosas como la amistad, el amor, la inteligencia, el valor, la felicidad, que no se compran, pero se disimulan con lo que se adquiere.
En la pretensión está el disimulo, y viceversa. Así, el que no está seguro, o tiene algo de dudosa valía, pretende. Hay quien se hace fotos y videos, rodeado de familiares, para disimular que es acogido. Hay quien se muestra, para que vean que puede, que tiene, que sabe, en otras palabras vende una imagen.
De las cosas que tiene la música, es que es un arte muy cercano a la verdad, si entonas, si interpretas, si tocas diestramente un instrumento, no es posible mentir.
Hay quien para justificar la asistencia y participación a una agrupación musical, tiene mil recursos científicos para decirte el porqué debes cantar o tocar un instrumento externo. Digo instrumento externo, porque la mayoría ha olvidado que la voz es un instrumento como el violín o el acordeón, sólo que interno en el cuerpo humano.
Si usted entona y toca correctamente, usted va al coro, o la orquesta.
Vender el coro, mencionando los beneficios que se desprenden de su práctica, así como de tocar un instrumento, es como recetarle una medicina a alguien que no ha mostrado síntomas de enfermedad. Al final, tiene usted una agrupación de personas que no sabían que hacer con su tiempo, que se sentían solos, solistas frustrados, personas con inconvenientes para relacionarse, agrupados en un salón esperando que el coro les cure de su situación. Usted será el doctor que ha convocado a los enfermos, a curarse en una agrupación musical.
Es cierto, que la música ofrece unos beneficios en la salud, pero no es una recompensa, es una consecuencia. Como la erosión de las playas, es el resultado del constante golpeteo y roce de las olas sobre la superficie rocosa. Las olas no castigan, o premian la costa con su roce, es un suceso que se origina como el resultado de una acción natural.
Se ha dado una extrema valía a la lógica, olvidando que la vida no es sólo lógica, es dialéctica. Las personas se agrupan según sus afinidades, desde gustos, intereses comunes, y direcciones de comportamiento.
Se pueden vender los beneficios de participar en una agrupación musical, para atraer a alguien a cantar o tocar en ellas, usando recursos de estudios que se han hecho sobre beneficios en la salud, y mejoramiento de conducta, lo que se debe estar consciente de cuál es la naturaleza del coro, y la orquesta que se va a formar.
Hemos instaurado “el amor a lo que hacemos” en el hacer cotidiano de la música. Cualquier beneficio extraído de ese hacer, es un bono, ya el pago ha sido dado en el momento justo de realizar lo que amamos. Si llega el dinero, el viaje, el concierto, la fama, es el resultado de venir a recibir la música, para luego ofrecerla a los demás. Por eso cantamos en un coro o tocamos en una orquesta, lo demás es lo demás.
Si usted va a cantar a un coro, o tocar en una orquesta, para recibir paga, usted debe mostrar su nivel como ejecutante, para poder exigir un pago. Si busca una agrupación por paga, usted busca empleo, entonces la agrupación musical es trabajo. Así, el resultado es, paga por lo que hace.
La visión de hacer música puede ser lineal como la lógica, o ser global como la dialéctica. Hay países, como la Argentina, en donde los cantantes de los coros reúnen dinero entre los participantes, para fotocopias de la música, uniforme, y pago al director por su trabajo. De la misma forma en otros países latinoamericanos, los que cantan en un coro amateur, exigen un pago, aunque no tengan las destrezas para ser remunerados por su nivel. No es, quizás, una cuestión de justicia social, sino de consciencia social. Es cuando nos vemos todos, y no cuando ven las necesidades individuales, que el desenlace de la música como instrumento social, nos da la alegría y salud que de ella resulta.
La actividad grupal, del arte de hacer música tendrá la expresión social, el resultado grupal extraído del porqué de cada uno de los implicados. En países de Europa o Norteamérica, donde el arte se ofrece en instituciones escolares desde muy temprano, como una materia más de la oferta educativa, no hay necesidad de vender el coro o la orquesta como instrumento social. Sólo en países donde no es considerado el arte, como parte de la salud educativa de los ciudadanos, se vende el arte como un instrumento de mejoramiento social, por la falta de consciencia de lo que distribuyen la instrucción pública.
La instrucción puede ser general, sólo la educación es individual. Es a cada uno que nos corresponde encender esa luz de consciencia de la instrucción general recibida, y convertirla en educación. Si esa instrucción general no está disponible para todos, debemos hacer que llueva en ese desierto, como un acto de Rebeldía, dirigido hacia la salud de la gente, de todos los que han recibido los beneficios del arte de recibir y dar la música.
Celebrar la música es un conjuro lleno de misterio que se comparte, cuando todos los sacerdotes de este arte se encuentran para producir y recibir la armonía del sonido. Nadie queda exento de esta maravilla, desde un niño a un anciano. Todos son sacerdotes de convocar la magia para luego regalarla, tanto quien la da como quien la recibe, sin intermediarios entre lo humano y lo divino.
Venga a la música buscando salud, compañía, o esparcimiento, posiblemente lo encuentre. Lo que de seguro encontrará, es la unión de lo intangible que a todos nos conmueve.
Angel Herdz
Es director del Programa Coral Canta y Toca
en República Dominicana, y director
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