Los conservatorios en Latinoamérica se han dedicado a conservar una tradición musical, en vez de propiciar una renovación de la música. Esta confusión en conservar la música o propiciar su desarrollo estético evolutivo, tiene decepcionados a miles de músicos que ingresan a los centros de estudios superiores de música, dándose cuenta mas tarde, que lo que hacen está fuera del tiempo real de la vida cotidiana.
Ese desfasamiento ha propiciado que la música popular haya tomado el camino, que desde los años 50, ya venía asumiendo, el papel de protagonista en la radio, y mas tarde con la aparición de la televisión. Ya no es música lo que escuchamos, es la industria del mercado musical, quien es la portavoz de catalogar y valorizar, según sus ventas, lo que escuchamos.
Es un mercado, que primero favorece a quienes participan en él, y un público que no ha sido instruido en desarrollo estético del arte de los sonidos, auspicia y defiende una sonoridad de mercado, que marca una pauta en un gusto impuesto por la insistencia de los medios, y no por un gusto o criterio, desarrollado por el valor de una apreciación que surge del conocimiento del cómo, dónde, y porqué. A nadie de la industria, del mercado musical le interesa que el público sepa, donde es mejor conocer la vida privada de los que mercadean la música, en conocer la propuesta de lo que presentan.
Por un breve espacio de tiempo, la música del cine quiso revivir ese entusiasmo en la orquesta sinfónica, con aquellos instrumentos propios del desarrollo de la música del siglo XVIII, los mayormente ofrecidos en los centros de estudios superiores, solo que una golondrina no trae la lluvia.
Las instituciones que no se renuevan, desaparecen.
Ya es conocido a nivel mundial los bajos sueldos, y la desaparición de orquestas sinfónicas, porque ya no cumplen una función ($) objetiva para los inversionistas, sea este el gobierno o el sector privado, así como la merma de las agrupaciones de cámara, sin mencionar la abundante escasez de compositores para los diferentes instrumentos orquestales.
Solo la voz se ha salvado de este deterioro, ya que la voz es el instrumento de ayer, hoy y siempre, porque es la única en donde lo intangible, que vive en nosotros, se expresa de forma invisible. Observe la proliferación de coros en todo el mundo. La voz, es el instrumento más barato de la historia de la humanidad.
Cambio o disolución, no hay otra forma.
No soy alguien tradicional, soy alguien cultural, y la diferencia radica en atender a la música, o ponerle atención a los que la hacen.
El estancamiento produce disolución.
No soy un revolucionario, puede decirse, si se quiere, que soy un Rebelde que sigue el orden natural de la existencia, esa es mi Rebeldía.
En ese orden natural de desarrollo, si quienes conforman las instituciones musicales no están interesados en sustituir el conservadurismo musical por la atención evolutiva de quienes hacen la música, se quedarán con sus edificios vacíos, conservando el polvo del pasado. Son cientos de instrumentistas que llegado el momento intermedio de desarrollo de sus habilidades se lanzan a las calles a usar lo que saben como medio de sustentabilidad económica. Observe los violinistas en México, y los trompetistas, trombonistas, y pianistas, por mencionar algunos.
Ya existen individuos, que de manera particular ofrecen clases de arte en lugares ajenos a un centro de estudio, teniendo la atención de una población que contrasta con las que asiste a los centros de música, los cuales poseen las condiciones para esas clases.
No hay que ser vidente para observar lo que sucede. Hay una población, clamando a gritos silenciosos, la inclusión en el desarrollo de la música. Hay también miles de sordos que no oyen esos reclamos, por continuar el conservadurismo, y adherirse a la tradición, mas que al desarrollo de la vida misma. Hay algunas instituciones que ofrecen en sus “pensums” los instrumentos de música popular, pero no es ahí donde sucede el cambio, eso es mas bien una estrategia de oferta y demanda. Es comercio.
Nos dirijimos a una era de autoconocimiento, donde usted aprenderá por su interés y luego irá a un centro educativo para que certifique que eso que usted sabe cumple con los requerimientos del sistema. Están dadas todas las condiciones, para que muy pronto, podamos ver ese desarrollo, donde el maestro será necesario para certificar, no para enseñar.
Los centros educativos musicales se han cifrado mas en los “pensums”, como una búsqueda de oferta y demanda, perdiendo el objetivo principal. No es cuestión de oferta y demanda. Las humanidades no van dirigidas al desarrollo económico, sino a desarrollar a quien produce la economía. Las humanidades no desarrollan el objeto, sino al sujeto.
Hasta que la consciencia, de lo que se necesita para evolucionar, no esté dirigida al individuo, tendremos el surgimiento de estilos, ritmos, música, bailes, descarrilados de una perspectiva superior de crecimiento. Ritmos, estilos y música que surgirán, y años más tarde, se enclaustrarán en llamárseles patrimonio de la humanidad, como forma irónica de evitar su desaparición.
Los conservatorios o centros superiores de música, que es nuestro particular, no solo deben cubrir la demanda de insertar la música y los instrumentos de música popular de su país, eso es ley de orden, se debe incluir una dirección de desarrollo, que pueda verse a corto plazo, para nutrir las clases escolásticas de las escuelas públicas y colegios privados, como una extensión de llevar a todos los ciudadanos las investigaciones, y el desarrollo del talento superior que debe reinar en sus aulas. Deben llegar al PUEBLO, y no conservarse como un encurtido en un frasco de cristal.
La educación crea un cambio, si la instrucción llega a todos.
Mientras se auspicie el talento como un don exclusivo, la magia de recibir la música y no el mercado, será solo para los elegidos.
No habrá un mañana, si en el hoy, ese cambio no se produce.
Angel Herdz
Director del Coro Nacional de Niños Dominicanos
Schola Cantorum Dominicana
Artículo desarrollado por la inquietud del amigo y educador venezolano José Ramón Nadal Gutiérrez, sobre la dirección de la educación musical en Latinoamérica, en los centros superiores de música.
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